"Maldito hijo de la gran puta"- piensas- y no, no es tu vecino. Es un puto vendedor de seguros de los muertos. Bueno para después de muerto, para que el boquete en el que te entierren lo cave otro mientras tu le vas pagando un pastizal durante 40 años todos los meses.
Pues ese, lector, soy yo. No el tipo al que no le dejan dormir, sino el maldito hijo de la gran puta. Y esa, amigo, fue mi primera experiencia como publicista, como redactor de telemarketing o de venta puerta a puerta. Sinceramente, un auténtico fracaso para mi economía, pero una valiosa experiencia para empezar a conocer a los consumidores.
Ahora, desde aquí, intentaré compartir con vosotros algo diferente de lo que los bigotes con pantalón de pitillo ven detrás de su café en vaso de cartón.
Atentamente,
Atentamente,
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